El dolor lumbar, dolor lumbosacro, lumbalgia o lumbago es el dolor localizado en la parte baja de la espalda, correspondiente a la zona lumbar de la columna vertebral y que afecta alguna parte de la zona que se extiende desde la parte más baja de las costillas posteriores hasta la zona más baja de los glúteos, con o sin compromiso de las extremidades inferiores. Este dolor puede deberse a múltiples razones como raíces nerviosas, músculos, ligamentos, estructuras fasciales, vértebras y discos intervertebrales, así como de los órganos de la cavidad abdominal, enfermedades inflamatorias de las articulaciones, las fracturas por osteoporosis y los trastornos gastrointestinales y genitourinarios.
La ciática o lumbociática es un dolor en el territorio del recorrido de la espalda por el nervio ciático, que puede estar acompañado de alteraciones en la función neurológica local.

La cefalea es un síntoma, es una sensación dolorosa de intensidad variable localizada en cualquier parte de la cabeza. Puede ser percibido como presión alrededor de la cabeza, frente y/o nuca y cuello.

Son un grupo de afecciones que causan dolor y disfunción en la articulación de la mandíbula y en los músculos que controlan su movimiento.

Hoy en día vivimos en una sociedad, con un ritmo de vida, que demanda el 100% de nuestra energía. Trabajo, tiempos, familia, economía, crisis… todo ello hace que el sistema de nuestro cuerpo que se encarga de dar respuesta a todos esos estímulos, el sistema nervioso simpático, esté por lo general fatigado, “estresado”.  Y una zona de nuestro cuerpo que sufre el “estrés” por excelencia es la ATM, coloquialmente la mandíbula.

La mandíbula consta realmente de dos articulaciones (una a cada lado), y se forma por la mandíbula -a través de los cóndilos mandibulares- y los huesos temporales, con un menisco entre medias de estas dos estructuras. A nivel muscular nos encontramos músculos como los temporales (los más potentes), una parte de este músculo se encuentra en la zona de la sien, los maseteros, los pterigoideos internos y externos, todos estos músculos oclusores (cierre) y músculos submandibulares como músculos de la apertura de la boca. Cuando estos músculos trabajan unilateralmente realizamos los movimientos de diducción, es decir, llevar la mandíbula a los lados.

¿Y por qué sufre esta zona con el estrés?

Resumidamente, el nervio que controla la musculatura con la que masticamos (cerramos la boca) es inervada por una rama de un nervio (trigémino) cuyo núcleo está directamente relacionado e influenciado por las zonas cerebrales que se encargan de generar esas respuestas ante situaciones de estrés (de lucha o huida).

Por tanto, ¿una respuesta ante el estrés?, apretar los dientes.

Si, además de apretar, también realizamos movimientos laterales con la mandíbula ocluida, tenemos entonces el fenómeno del bruxismo (chirriar), que seguro que a muchos os suena.

Pero no sólo el estrés es el causante de los problemas de nuestras “ATM”, también las intervenciones odontológicas pueden generar desequilibrios musculares, golpes repetidos (deportes como el boxeo, por ejemplo), traumatismos craneales, disfunciones cervicales y los propios problemas oclusales pueden generar síntomas.

¿Qué signos y/o síntomas podemos encontrarnos?

Por excelencia, dolor. Pero también podemos encontrar sensibilidad dental, crujidos al abrir/cerrar la mandíbula, chasquidos, apertura reducida, movimiento de apertura desviado (no lineal), dolores de cabeza, zumbidos de oído, vértigos… Y todo esto se debe a la compleja anatomía y neurofisiología que está detrás de esta articulación.

¿Cómo me puede ayudar la osteopatía?

El osteópata se encargará de identificar la causa que está detrás de los síntomas relacionados con esta articulación. A través de unas preguntas en la entrevista, una exploración visual (estática y dinámica), una palpación de las distintas estructuras y la realización de los tests pertinentes, logrará encontrar el tejido o tejidos implicados para así poder dar un tratamiento de calidad.
Una vez identificado el tejido que genera el problema, a través de las distintas técnicas de terapia manual, tendrá como objetivo devolver la movilidad a todos aquellos tejidos afectados y reducir así la sintomatología.

¿Y la fisioterapia?

Hay muchas técnicas que comparten el osteópata y el fisioterapeuta, aunque el osteópata tiene una visión más global. El fisioterapeuta además de las técnicas manuales puede optar por opciones como la punción seca, vendajes neuromusculares, radiofrecuencia, ejercicio terapéutico, higiene postural, electroestimulación, electroneuroacupuntura, etc.